miércoles, 24 de junio de 2009

Ensoñaciones


La luz de la mañana bajaba por las negras rocas mientras el sol, en su barco, iniciaba la ascensión por los mares celestes hacia el medio día. Los rayos solares impactaban sobre el blanco de aquel brazo, que sostenía la luz de los barcos en las noches oscuras. Hidalgo erigido por las mismas manos que hicieron posible el desalentador paisaje de cemento que cubre la costa . Costa de Acantilados cual murallas negras y afiladas, rotas por la blancura de la espuma de las olas rompientes que impactan rugiendo entre los azules del océano, caballos níveos , que se deshacen estallando en diamantes irisados por la luz solar. En el horizonte se despliegan nubes de algodón, blancas con la panza gris, en donde rompiendo y desgarrandolas asoma el puente de siete colores que se posa en el océano salpicado de crestas de plata.
Mis ojos dibujan la costa una y otra vez, desde los acantilados impregnándome de salitre y el pelo mecido por el viento vuela revoltoso. Viento que trae aromas de bosques de algas que crecen en las profundidades del gran azul .Azul que inunda las pupilas ávidas de la mar, que es espejo de ese otro azul de la bóveda del cielo. A mi espalda, el gran gigante coronado de blanco preside la tierra vigilando la mar, rodeada por tímidas nubes que acarician su falda.
Pero toda la belleza que encierra el paisaje no calma la sed del sediento, del preso, del huérfano, del naufrago, en la fuente, la cárcel, la mar, la isla del AMOR.

La imagen también es luparia

G.L.G en Nivaria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario