viernes, 3 de julio de 2009

Regresas a mí.










Me sorprendió apoyado en la barandilla barandilla de la terraza, mientras veía pasar las estrellas en el horizonte. Su delgada figura cabalgó el viento y sólo traicionada por su aroma, pude yo divisarla entre las sombras.

Su voz de terciopelo se derramó sobre mí, susurrando palabras inconexas, como las olas del mar insomne que se oye en la lejanía. Leve, constante.

Me dí la vuelta despacio con los ojos cerrados, siguiendo con el olfato, la cadencia irregular de su aroma , pero al abrirlos, no vi nada. Una sombra se adentraba en la alcoba, con la brisa que mecía las cortinas blancas. Con una sonrisa apagué las estrellas y cerré la puerta de la terraza, adentrandome en la penumbra de una cama vacía y muerta.

¿Ya has regresado? Te estaba esperando,le dije en voz baja a la quieta sombra de los muebles y me quedé dormido intentando escuchar los lejanos acantilados de la solitaria costa.

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