viernes, 7 de agosto de 2009

Atardecio sin ti



Ayer atardeció sin ti. Un sol de fuego se derramó en el cielo triste. La mar en calma traía olas perezosas que se morían en la costa, sin ganas. Atados a la bajamar los recuerdos se tornaron pesadas anclas y se hundían en la profundidad del alma, naufraga de sí misma, que los miraba desaparecer. La brisa cargada de aromas revoloteaba a mí alrededor, cuando dos lágrimas se precipitaron sobre las algas: la felicidad que un día me dieron tus besos y la pena de no habitar por siempre el paraíso.


Por el lobo que camina.

Imagen es luparia

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