sábado, 12 de septiembre de 2009

La mar de olas


La mar, las miles de olas que llegan a la costa.
¿De dónde vienen y a dónde irán?
Nadie de entre los hombres lo sabe: hablarán de corriente que circunvalan de polo a polo el gran azul, pero, ¿acaso es sólo eso la mar?
Espumas que nacen con el viento en alta mar y viajan y vuelan y abrazan a los barcos que las ven llegar.

En la costa mujeres rezan a las madres de los dioses, apaciguando la furia blanca que rompe la costa, mientras, sus manos tejen la trampa que dejará sin agua que respirar, a los hijos de la mar.

En el viejo faro, un farero enciende las velas que alumbrarán la noche de los navegantes, escuchando la letanía que lo mece al descansar. A veces se despierta entre sudores, entonces escucha el sonido que proviene de las olas y conteniendo el aliento, espira tranquilo en la mar que no cesa, regresando a la costa de los sueños de faros en la niebla.

Un poeta encaramado al farallón oscuro, enarbola la bandera del azul, haciendo sonar doradas liras que disfrazadas de negro, dibuja en su cuaderno. Las aves entonan arcanas canciones bajo el ritmo de la marea ascendente que devora la costa y las olas afinan las rocas cubiertas del estallidos de diamantes que desaparecen sin cesar.

Un hombre abrazado a su tabla de espuma, adora, como antaño, la fuerza protectora en el seno de las olas, desapercibido de que, en su concentración, se repite la anciana liturgia de los dioses de la mar.

En el silencio de los fondos abisales, miles de Atlantes soportan el friso donde reposan las olas de la superficie, Caballos alados que el viento fustiga y atraviesan el azul de parte a parte salpicando de blancos la mar que recorre la costa.
Habla, mar de olas brillantes y cuenta la historia de tus hojas peremnes que nunca me canso de escuchar.

Por el lobo que camina.

** Imagen es luparia

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