jueves, 1 de octubre de 2009

Grirasol nocturno



** imagen "Trabajos nocturnos" M.O.Menassa.

Mientras todo el campo descansaba observando la tierra cubierta de sombras, ella permanecía atenta al cielo plagado de estrellas que presidía la reina efeba.
Fue después de muchos paseos recorriendo ensimismado la campiña desierta, que un rayo de luna atrajo mi vista a su costado. Fugaces, los ojos se posaron en ella, que desapercibida de mí, alargaba su cuello examinando el firmamento con su boca entre abierta y joyas de nácar brillaban en la noche. Durante un segundo de fuego, el corazón palpitó furioso y de no ser por mi carácter ermitaño, hubiera roto el silencio con alguna ocurrencia de galán, probando suerte a estrenar su sonrisa de plata.
Aquel sentimiento era como un girasol en la noche, algo totalmente imposible, pero hermoso y como el cazador que acecha la presa, desde ese día, que más bien era noche de un día inaugurando las horas, es que la observo desde lejos diseccionando su forma perfecta: el grácil caminar y ese brillo que asoma en sus ojos cuando destila diamantes de sal.
Las vaporosas cortinas de su jardín envuelven el tallo y la suave brisa rodea nuestros cuerpos, el uno sin el otro. Cuando llueve, su dorado cabello se llena de estrellas que brillan al resbalar frías bajo la luna; camino de puntillas por su cuerpo mientras anhelo ser ellas rozando delicadamente tanta belleza y tiembla la voz que imagina un arco iris prendido de su diadema.
Ahora cuando la oscuridad yace en las horas que preceden el alba, sentado bajo el manto de hojas que apartan su mirada de la mía, interpreto la letanía que su bello nombre sugiere al violín de mis alas oscuras al amparo de la noche y la contemplo mirar complacida a la luna que reposa en el cielo.


Por el lobo que camina.

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