miércoles, 30 de diciembre de 2009

Aviso a Navegantes: Feliz año y nuevas singladuras


Aviso a navegantes:



Próximo está el día en que el viejo año (según el papa Gregorio) arranque la última hoja de su calendario y fenezca. Las horas que restan para el momento en que las agujas apunten verticales al cielo, quiero hacer balance de éste año, no sé si es bueno o malo, pero, un año que empezó, como el que nos espera: con ilusión.

Ahora que la muerte se acerca para insuflar la vida nueva, quiero que aquellos que formáis parte de esta mar de sueños, vosotros, los Navegantes del azul, que hacéis posible que las olas sigan llegando a la orilla desierta de mi playa, sonriáis con el lobo y compartáis con él sus buenos deseos y felicidad.

Kuban, Natacha, Alas de colibrí, Ursula, Danilo Gatti, , Vangelisa, A.K., Esencia, Mónica, Marisol, Mela, Mariangeles, Cindy Marcela Hernandez, Ana R, Patrisonreires, Javier Martín Alvarado, Mar azul de Málaga, Mujer rebelde, La galgalluenta, Parfum Exotique, Anny0863, Cita, Fiorella Carlota, Javier jaz, Rafael, Vivi, María, Simphony, Orquidia do jardín, Cani, Aimara, Abril, Jose Antonio Cabrera, Victoria Guanche, Jose luis Avila Herrera, Raquel omena , Silvia Sanchez, Ismael U.V.

Vosotros sois los visibles, y por haceros corpóreos el lobo os estima, oh generosos.

A los que habláis a la mar de lo que queréis, siempre demasiado amables, el lobo os estima y agradece vuestra fidelidad generosa y espontánea, Gracias leales camaradas, el lobo os ama.

A aquellos que leen en la sombra y sonríen con el lobo en el mundo anónimo, gracias.

A los que lo hacen desde la puerta abierta a Facebook, donde mora también el lobo, gracias oh amables.

A los seguidos por el estepario y que deleitan sus ojos con estupendas letras, Gracias, vosotros sabéis quienes sois, el lobo os ama.

Porque esta nave de letras no sería sin vosotros, gracias.

Con todo su afecto, El Gran Lobo Gris, tripulante de la vieja goleta que navega en la mar Atlante.

Aullidos y abrazos.

Mi regalo y deseo de amor:

Era la noche y las agujas del carrillón de la sala iban juntándose inexorablemente. Apenas una tenue luz iluminaba la estancia y una televisión sin voz hacía volar la luz cambiante de la pantalla. Sobre la mesa baja yacía una botella desprovista de sello que dejaba escapar un leve aroma frutal entre anhídrido carbónico. Dos copas altas de cristal a medio llenar destilaban en brillos la luz y ésta, incidía de soslayo sobre la oscura superficie. Los perros dormían plácidamente forasteros al tiempo humano y los silencios, se miraban en las pupilas dilatadas de ambos. Él alargó la mano hasta rozar esa otra mano tan pareja a la suya y con elegancia la atrajo hacia sí. Una a una las campanadas fueron anunciando el nuevo año mientras aquellos dos iris dialogaban con el deseo y ajenos al mundo se abrazaron para no separarse ya hasta que la luz de la mañana les devolviera a la realidad.

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