viernes, 9 de abril de 2010

La celada



Imagen es luparia.( collada bonita desde la celada.)

No ya no te creo, tampoco te creía al carecer tú de los míos ojos. Tus espejos, esos que nunca miraban, quizá no fueran ciertos, como esa amalgama sedimentaría de múltiples identidades. Sé que eran muchas y ninguna sola. Sé que la mentira se retuerce en el quicio de tu nombre.
¿Cuál? ¡Qué importa! Uno de esos que te nombran sin decirme nada. La nada lo era todo entre nosotros: nada de cierto, nada de veras; nadar en mares inciertos sin salvamento.
¿Crees realmente que era posible? Si, yo también tampoco lo cría, porque me conociste y sabiendo sabías que la espada te traspasaría un día, de parte a parte. Por eso la urgencia de la prisa, por eso ni una sola de las palabras que te pensaban, eran de veras para ti.

Un malabarista quiso con sus cabriolas distraer el arco y las flechas lo atravesaron. Ahora las bolas ruedan por un aire informe y se estrellan solas contra el suelo fiero de la sombra donde yacen cruces, de olvido todas.

No hubo esperanza porque era la desconfianza quien aguardaba tu regreso y al asomar la testa arrojé las flores a la laguna quieta que se tiñe ahora de su sangre en la celada.
Habla, di: palabras vanas, pues me concedí el perdón de perdonarme mucho antes de tus actos; mucho antes de hacer tú lo que sabías que yo haría llegado el caso.

En la sinceridad, reina de sirenas mendigas, sólo se hieren los acólitos de la mentira.

Por el lobo que camina.

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1 comentario:

  1. No cielo, ya era libre mucho antes de conocerla, solo que hay quien no entiende que la libertad no miente y que las estatuas dormidas de la puerta solo asustan a los que siempre mienten.

    que no desesperen tus abrazos Lorena.

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