miércoles, 7 de abril de 2010

Ulises y la sirena



Imagen es luparia.

Sentados en los bancos muertos, cían y bogan los marineros. Sus manos y brazos de bronce empuñan férreo los remos que amasan la marea. Con la vista en la proa enhiesta, se esfuerzan sin prestar oído al murmullo sordo que mece la brisa silbando entre los cabos. Allí, en el árbol que sostiene la vela, yace amarrado por el torso y las manos el matador de Troya, y en sus ojos, de fuego inyectados anida la súplica:


Soltadme marineros, he de acudir a su reclamo. ¿Acaso no oís su bello canto? Dulce entre los dulces de miel de abejas, suave, cual la seda del lejano oriente acariciando unos pechos de mujer. Soltadme hermanos, por el amor de los dioses, ¿acaso no veis como mece el viento la cabellera de fuego sobre sus hombros? Sobre las olas quietas su torso desnudo invita al sediento a beber.¡ Oh! Cuan crueles humanos que no cumplen el dictado de su capitán; maldigo los corazones de esas manos que me hicieron preso en el coronamiento de mi propio barco, apartándome del amor.


Por entre los escarpados fiordos y las rocas, las altas gaviotas cantan su dulce canción, mientras, la nave se aleja dejando una estela de hilos blancos. Con el arpa de oro La sirena canta la canción de la mar y sobre los huesos de pecios que sucumbieron a sus encantos, anida la sal.


Sentados en los bancos de madera muerta, bogan y cían los marineros. Sus oídos liberados de la cera, se embelesan con el canto de las olas al acariciar la proa. El viento mece su cabello llenando el ala blanca de la embarcación. Allí a los pies del mástil, con los ojos cerrados, yace libre de ataduras el burlador de Polifemo asido al desamor.


Soy nuevamente otro Ulises en un mundo con demasiados cantos de sirenas, más a fuerza de naufragar, los oídos cierran sus ojos y se alejan navegando, para siempre sordos navegar.

Por el lobo que camina.

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3 comentarios:

  1. Lobo. Tus escritos tienen esa magia que atrapa cómo el canto de la sirena y enternecen cómo el amor del mástil que se aleja. Me quedo largo tiempo en tus letras sintiendo la salinidad de la mar donde tu barca navega.
    Un abrazo
    Cecy

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  2. ¿Quién dice que estamos perdidos? No, se bien dónde el norte apunta. No son sirenas lo que ansían mis manos, si el rumor de la tierra fecunda; la fragancia de la arena blanca de la playa que bebe de la mar. NO hay puertos ya, tan sólo navíos en la mar y ciegos que se buscan entre las olas fieras.

    Aullidos y besos lorena.

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  3. lumínica habitande del jardín, gracias por sentir las letras y dejar tu huella en la arena de la playa.
    Aullidos y abrazos

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