viernes, 2 de julio de 2010

Cuaderno de bitàcora: regreso al mar de la infancia



Imagen Andrés Fernández.

Alas o velas me llevan a tierra y en la vereda los verdes destacan sobre el gris de las peñas. Candina y su farallón acantilado me recibe y al norte dibujada por la marea plena, la punta de la ballena a la que solo le falta el surtidor de vapor y agua de mar. El sol deepliega sus postreros rayos sobre la mar de cobalto donde tierra y nubes grises vienen a juntarse con la bruma de la mar; aun luce el astro sobre la cima blanca de la montaña. A sus pies, inundada, la ría de aguera fenece lenta por la mano del hombre, pero en sus meandros se revela la indomable. Costa de cantiles, de pequeñas calas llenas de leña o espuma rota de las olas, hasta la barra de arena que protege, junto al buciero, las rías de treto, argoña, boo y escalante. Sin doma, la costa allana sus lindes pero no cesa en el tajamar abrupto que hiende el azul de la costa y va a morir en la blanca cresta de las dunas queson quebrantas de barcos sin ancla en los temporales.Se abre como fauces la tierra donde el Miera, el San salvador, la ria Boo y Solia conforman aquello que Gerardo aún observa desde su banco de piedra, enfrentado a peña Cabarga.

Por fin, la esperada asciende desde la ensenada del sardinero hacia el occidente y el abra del pas; Quebrada la costa que tanto han mirado mis ojos desde que fueron ojos con vista de mar. Sus rocas afiladas desafían las mareas de unas olas sin tiempo que descarnan los huesos viejos de la tierra, hasta que enhiestos quedan rodeados de mar. Isla de castro y Cobachos, Arnía, Portio y Cerrias, la escondida por barlovento y sotavento de Somocuevas, el Madero hasta afilarse en Canallave y Valdearenas con su pinar. La costa se alarga y vienen olas blancas impulsadas por los vientos hasta la arena, alli donde el dragón de piedra reposa hasta que sea de nuevo la hora despertar- o así me lo parece a mi. Sobre las rocas que el ocaso tiñe de bronce, pequeñas flores, amarillas y azules, malvas o blancas, despuntan sobre árgomas y el verde tul del promontorio.

MI tierra esmeralda

Por el lobo que camina.

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1 comentario:

  1. Las veredas verdes acogen las alas de tu corazón que recuerda tu tierra recorriendo sus paisajes con la melodía de los vocablos que en mágica descripción nos hacen estar en la bruma del mar sentir la cercanía de la nubes...la espuma de las olas que llegan a la orilla ...un viaje que disfrute mucho mi querido amigo...te dejo un beso

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