jueves, 26 de agosto de 2010

Zambullirme en mí



Imagen es luparia.-

Despues de la lluvía, la mar salina, es lo más dulce o al menos así me lo parece cuando me sumerjo en ella.
La sal golpea los labios apretados, que retienen el aire. Y en ese mundo sin sonidos, en el que sólo el azul es realmente importante, miro ese otro azul, que tras la cristalera de la mar se alza. Una nube pasea blanca y caminando se aleja por el camino de la luz. Su haz se refracta dorando la turquesa que me contiene. Junto a mi, una flecha de plata se evade veloz cuando alrargo la mano, y solo las verdes hojas que pintan el fondo se quedan meciendose tranquilas, quizá ajenas a mi flotante presencia. Divertidas danzan una melodía de silencio, que solo en la superficie puede oir el oido humano, al ser pulsadas las olas en los arpejios de la mar. Un pizzicatto para violines o violas que la marea ordena en cadencia irregular.
Asciende una burbuja levemente, como si conociera el camino, o quizá, es sólo que oye algo que yo no reconozco: la llamada de su esencia al otro lado de la barrera incolora del agua. De allí, hacia donde ella va dichosa, soy yo o pertenezco; pero, éste medio azul para el que no estoy dotado, es realmente al que más unido me siento, incluso tierra a dentro.

Por el lobo que camina.

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