Shamain tale

El día de los difuntos lo asociaba a flores, trajes negros, misas, oraciones e incienso y sol. Mucho antes de que las calabazas se instalasen en la ciudad, era un día de caras serias, lágrimas y esquelas en el periódico local; trapos, abrillantadores para bronce, cirios blancos o encarnados y fijador en el pelo para el flequillo rebelde. En la noche que precede a la conmemoración de los que ya se han ido, él solía encerrarse en la biblioteca aún a riesgo de que el búho disecado cobrase vida para robarle el alma. Aquel pájaro siniestro estaba en todas sus pesadillas junto al vampiro de salem`s lot y de nada parecía haber servido la venta del alma al dios cristiano el año pasado, pues ambos, lo atormentaban desde las sombras que crecen debajo de la cama cuando la luz se ha extinguido.
Aquella noche, el viento inquieto tamborileaba en la contraventana de madera, aunque él sabía, que enrealidad eran todos los fantasmas de su averno imaginario, y a pesar de ello, seguió leyendo bajo la luz de la bujía de queroseno. De pronto, cada frase de aquel libro hizo desaparecer la niebla tenebrosa, y todas las cruces, lápidas y criptas de los muertos quedaron vacías o sin miedo. Ya no lo atormentarían las llamas del infierno, ni el demonio o la espada de ese dios justiciero que lo ve todo desde el cielo. Había descubierto algo más antiguo que yacía sepultado en la memoria de los libros, cuando las historias eran contadas a la luz de la hoguera y ningún alfabeto era superior a las runas grabadas en árboles y piedras. Cuando cerró el libro, observó el brillo de los ojos de aquel búho, pero nunca más le dió miedo pues ahora sabía que muchas son las criaturas amigas de la Diosa y apagando la candela, recitó despacio:

Por el agua que le fluye por dentro,
por sus raíces que emergen desde la tierra amiga,
por el viento que se cuela entre sus hojas meciéndolas
y el fuego que despierta en la fricción de sus ramas
que se elevan hacia el cielo infinito,
los druidas contemplamos en el árbol
la esencia del mundo.

Feliz año nuevo