jueves, 20 de enero de 2011

No sé



Hace ya tiempo que navego en la duda y realmente no lo sé. Cuando el viento arrecia y se oye cabecear la proa con violencia, interrogo a las nubes que altas pasean -y veloces- en la calzada del cielo, por si aquellas, quisieran arrojar un gota de certeza sobre mi. No sé si desplegar más velas y así dejar atras a los navíos que navegan conmigo pero sin mi.
Es terrible contemplarse en el espejo cóncavo, que a las mañanas se forma en en el centro mismo de mis manos;Dos, grandes y solas, por las que se escapa el agua- despacio- apesar de su terco empeño por retenerlas, como el niño que intenta sujetar la marea con un cubo en la playa. Una gota cae de la barbilla y deshace el cristal que ya no habrá de conformarse jamás,- otro quizá retorne pero nunca el mismo, si acaso acuden a mojarse en el torrente que fluye del metal .- el agua que se va, deja paso a un opaco cuenco lleno de cicatrices que ya no refleja otra cosa que la carne sobre el hueso blanco, como aquel ocaso que fenecido el astro quisiera iluminar de nuevo el paseo haciendo titilar en el agua nuevas estrellas.

Con solo gesto me refugio en la salvación de la tohalla, vienen a mi los aromas felices de la infancia que nunca tuve, y una vez más vuelvo a la duda donde no sé si las dos gotas que resbalan sobre la piel son solo humedad o quizá algo más...

Por el lobo que camina.

2 comentarios:

  1. La belleza de tu texto se ha unido a mis palabras y mientras te leo la música se pega a mi alma

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  2. Gracias, amable caminante, Bienvenida a la mar del lobo.

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