miércoles, 4 de mayo de 2011

Diario de un viaje II



Imagen es luparia

Abrí los ojos con el alba en aquella alcoba y la luz dibujaba flores de sol en la pared.
Nunca me han gustado las habitaciones de hotel: todo está dispuesto para la comodidad de alguien que nunca pernoctó, ni se aseó allí.
Las cortinas filtran tanta luz que uno puede dudar si alguien mientras el sueño fue, permutó la tela tan recia que vimos en la noche, por esta otra que contemplamos con incredulidad. La supuesta comodidad de una nevera contrasta con la necesidad de silencio en esas horas en las que todo calla menos su voz. Enfrentado a la ventana está el escritorio: todos tan iguales y austeros en los que a menudo hay una pequeña libreta para apuntar un no sé qué sin bolígrafo, al lado, un dossier con la información básica sobre los usos y costumbres de aquella casa. ¿habrá alguien que lea esos documentos?
Un plano de la planta nos alerta de un posible incendio y al lado un par de cuadros demasiado pasados de moda o simplemente fuera de lugar; es como si los decoradores ese día hubieran estado peleados con las musas y la prisa hiciera el resto del trabajo.
En ese cuarto uno puede palpar la soledad que cubre las paredes; separar el edredón libera un gélido bostezo que entumece el cuerpo y que tan solo al cerrar los ojos e imaginar el hogar, desaparece.
Puede que en las películas nos muestren la realidad de unos hoteles que nunca llegaremos a ver pero que el subconsciente reconoce como modelos indelebles, por eso, rara vez nos sorprenden para bien. Solo al abrir la ventana -en ocasiones- se reconoce el acierto, pero todo aquello no responde a la arquitectura de aquella sala, sino al paisaje que una vez soñamos antes de iniciar el viaje.

Lo mejor de esa estancia, de la luz que se filtra, de los murmullos y suspiros en las entrañas del edificio, es que a fuera, donde posiblemente canten las aves o se despierte el tráfico de la ciudad, nos espera la vida: la de una ciudad diferente que estamos ávidos por conocer.

Por el lobo que camina.


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4 comentarios:

  1. Siempre pensé que a donde quiera que yo esté ,
    esta mi casa..
    Pero es el viajero el que narra lo que vio y como lo sintio.

    Muy bonita esta descripción.

    ( si supieras en que pliz , he cambiado la habitación de un hotel :) )


    un saludo

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  2. Así es Lau, el hogar es siempre eso, pero un hotel carece de fuego y es un templo sin dioses.

    **Pliz ¿? empiezo a no saber muchas cosas, pero me per´di esa expresión.
    Aullidos y saludos

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  3. Son hoteles,, que mas se les pueden pedir.

    Como bien dices ,,
    están preparados sin un rayo personal , pues andan
    entre el medio de la nada ,sin fuegos , sin dioses,,
    pero algunos encierran sus historias
    hasta tal vez , espectros que te cuentan,
    una noche ,
    la que no fue su casa apareció toda su vida en segundos,
    y desaprecio en el siguiente en la hoja de una navaja,,,
    o ese primer contacto de la piel
    entre un conocimiento y la otra parte
    del deseo de conocer,,,
    en fin tan solo
    es que son habitaciones de hotel
    son pasos de intermedios , que le mas se le pueden pedir.
    Y sin quererlo has dejado en esa fría habitación de hotel
    La mirada tuya depositada en ella y ese sentimiento de narrarla.
    Y posiblemente otras que entre ella y tu quedaran en el silencio
    Como cómplices de tus secretos.

    Un pliz que sigue a un plaz,,
    es una expresión que hace o quiere hacer referencia
    a un movimiento inmediato , rápido , audaz .
    Siento mucho no conozcas esa expresión tan común y cariñosa entre amigos .
    y te agradezco esa puntualización pues me has hecho meditar.



    P/A: Tan solo era conversar pero no conozco otra manera
    Y tampoco me gusta debatir en los blog ,no hace falta que lo publique ,,, le pido disculpas si le molesto,

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  4. Acá uno siempre puede decir lo que quiera (educadamente claro)en cuanto al tratamiento, siempre dejo el ud. para los formularios y los centros oficiales. Es siempre de agradecer que le instruyan a uno en expresiones y vocablos más no tengas pena, aquel que pregunta siempre se hace sabio 8-)))

    Creo que tienes razón: no le puede pedir más a un hotel aunque yo conozco uno que es como mi propia casa: La calera de mi buen amigo Sancho.

    Aullidos y saludos Lau

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