viernes, 3 de junio de 2011

sobre la muerte

Imagen de la red, cementerio de Comillas Cantabria.


Esta mañana al leer el noticiario he pensado en la muerte. No la mía, la cual nunca me ha importado demasiado, sino de la de otros; los de hace tiempo, los de ahora, muertos todos. Muertos. Que diferentes los unos respecto de los otros y sin embargo cuan parejos.
Un paseo entre las lápidas a la vera de la mar con La niebla entre las losas y las estatuas, el aroma de las flores cada vez más extrañas, sustituidas por la tela con su forma; panteones con figuras de ángel, efigies, cruces, cristos dolientes y vírgenes piadosas: arte funerario.
La paz que se desprende de las piedras que cierran el paso a los vivos, son en sí mismas abrigo de otros vivos que velan el delicado descanso de los muertos. Un hombre con rastrillo pasea taciturno hacia el final de la tapia sin preguntarse ya quien yace allí.
Hay muertos ricos y pobres muertos. Muertos de primera muy cerca de la reja del cementerio, pero igual de muertos que esos que al fondo, descansan unos sobre otros como un panal de abejas de cemento. Unos muertos descansan sobre la tierra o elevados en mausoleos que asemejan iglesias, con sus pináculos apuntando hacia el cielo. Hay durmientes sobre aras de piedra, vestidos de piedra, con rostros de piedra que yacen con sus manos entrelazadas sobre el pecho, como a la espera del prometido regreso. Hay tumbas que se elevan como arcos de triunfo coronados de cruz, desde cuya cima se divisa la mar.
Me imagino la escena rodeado por la sombra de una noche cadavérica donde la bruma brama con el aliento de unas olas despiadadas que asolan la costa. Sus etéreos pasos se detienen en la fosa sin nombre-también hay otros con un número solo- y entonces, recuerdo que en esta tierra aún yacen olvidados los hijos ilegítimos de una guerra. Desprovistos ya de todo como los otros, con sus huesos blancos rodeados de tierra al margen de las veredas, sin tapias que los guarden, ni cuidadores o velas. No hay un solo cristo que recuerde su espera de una vida más eterna, y tan solo el acero de una bala, la que segó prematuramente su aliento, hará de lazarillo en las noches enteras.
Cuan diferente es en si misma la muerte que no es muerte, sino recuerdo del que se muere. Mañana, los mismos que niegan desde su trono el regreso de esos muertos al recuerdo, yacerán igual de muertos bajo sus lápidas, careciendo por ello del aroma silvestre a lavanda que perfuma la eternidad del descanso y la paz de los que no lo tienen.Quizá por eso prefiero yo ser quemado ¿y las cenizas? preguntarán. ¡Qué poco importa al muerto lo que pelea siempre a los que no lo están!

Por el lobo que camina.


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2 comentarios:

  1. Felicitaciones por el blog.

    si tomàramos verdadera conciencia de que somos mortales, cometerìamos menos errores y tomarìamos màs helados!

    saludos.

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  2. Empieza y termina con A, parece como si estuvieras parafraseando a Borjes...

    Muy amable de tu parte, pero no es mi aniversario.

    Aullidos y saludos.

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