Cuando te vas

Imagen Robert Coombs

Cuando te vas, como el ocaso, tú luz se extingue despacio hasta la oscuridad. Unas leves estrellas -el recuerdo de unos labios- me iluminan de vez en cuando, pero, ¡qué dificil es apartar la mirada de tus rocas afiladas!
Cuando te vas, naufragan todos los barcos que felices salian del puerto con sus velas blancas. Se alejan las gaviotas alegres de mi cielo inmaculado que poco a poco va tiñendose de nubes cada vez más grises.
Cuando te vas, la tarde es la prolongación de una eternidad infame que me devora el alma; es la espina amarga que deja una duda sobre la almohada del amor y me pregunta solamente aquello que temo no saber. En ese momento, cuando la insoportable lejanía de tus besos me atraviesa de parte a parte, redacto un nuevo tratado de las cosas que debo hacer para no necesitarte tanto:

Subo los escalones de mi templo sagrado y arrojo todas las estatuas de los dioses que no sean tú, pero solo para reconocer que sigo siendo el mismo ateo de ayer.
Aislado en la madrigeura que no te espera, me convenzo de la necesidad de poner velas en el porche y encender más incienso, quizá como plegaria para borrar el perfume que deja tu piel sobre mis labios.
Camino rápido sin mirar atras, no vaya a ser que me alcance un recuerdo de la noche pasada en el que desprendida de la forma de sirena, tus ojos me amaban.
Arrío todas las enseñas del barco, y a todo trapo, me alejo hacia alta mar en busca de un tormenta que me recuerde la fragilidad de un abrazo de mar.

Cuando te vas, y se hace el silencio en la casa, abrazo la oscuridad de la bitácora y cartografío las islas desconfiadas,los bajíos imprecisos y las corrientes esquivas deseando que la navegación sin carta me proteja del miedo de necesitarte solo yo.

Por el lobo que camina.