martes, 18 de septiembre de 2012

Reencuentro con el Crepusculario



Imagen es luparia.-


Las horas se agostan en pos del ocaso y el viento perezoso de la tarde se arrastra sobre las rocas de la bajamar. Después del estío, ha regresado el sol a la mar: nuevamente se zambulle en sus aguas, y no detrás de las arenas negras del viejo cabo; quizá por eso es que ha vuelto a encontrarse con el paisaje solitario de una puesta de sol el crepusculario.


Allí donde la frontera del azul se desangra, es donde se ancla su mirada: Una pareja se retrata sentada en el acantilado imortalizando su pequeño momento de unión, al mismo tiempo que otra, ajena a la escena, parlotea dándole la espalda al paisaje y al amor. Sobre el celeste que se apaga, una gaviota de alas blancas planea sobre las olas moribundas y calladas que se arrastran hacia el atlante. El fulgor de los rayos irisa las aguas que se tiñen de luz de nubes incendiadas, y sus naranjas, casi malvas, contagian el cobalto lleno ya de oscuras sombras que afloran en la orilla como barcos hundidos. Un perro acude ladrando en pos de las pardelas que acarician las olas con sus alas blancas, hasta que termina la playa y se detiene; alli, la tarde alarga su figura dibujando gigantes por el arenal y unos niños se resiten a soltarse del abrazo húmedo de la mar. Su madre les llama una y otra vez, como la mar al sol, si prestas atención quizá puedas escuchar su leve murmullo. Poco a poco sucede que unos se alejan de la mar y sus cuerpos titilan con dorados brillos, mientras el astro, es engullido sin remedio por la sábana de cobalto y su esfera se torna en una casi imperceptible linea de luz esmeralda. Rola el céfiro nuevamente y se alejan las parejas por el paseo, otras sin embargo,se arrebujan en abrazos o caricias; un bañista bracea lentamente hacia alta mar y a su derecha hablan las farolas en la bocana del puerto: dos veces rojo por cada verde, guiando al velero que vacío de trapo se acerca lentamente a la seguridad.
ya nadie observa el horizonte que poco a poco apaga su fulgor y el crepusculario, desciende como el sol a su mundo de ensueño, donde todo es posible, hasta el amor en mitad del invierno.



Por el lobo que camina nuevamente.




Nota:



Tras una aguda y larga crisis literaria he decido, después de hacer arqueología por la mar de letras y sus playas, continuar escribiendo, mal o bien, no lo sé, estás pequeñas lobunadas. Sin ánimo alguno, sin que vayan dirigidas a nadie más que al lobo, y sin embargo, puedas tú, lector amable, interpretarlas como te plazca e imaginar mundos paralelos a la existencia o divisar Ítacas donde las haya.
No sé realmente si sigues ahí, lector, pero al lobo le complacería que así fuera y por eso te saluda afectivamente.
G.L.G.

2 comentarios:

  1. Seguimos, Lobo...y esperábamos el regreso...a todo ocaso sigue un amanecer, eso es bien sabido,....un abrazo y me alegra tu vuelta...

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  2. Se ha echado de menos tus bellas letras.
    El sol vuelve a salir y la mar lo purifica todo. ¡bienvenido!
    Mar

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