jueves, 12 de noviembre de 2009

Luces



La luz se fuga por el horizonte encendiendo las nubes a su paso y del norte vienen vientos de cambio entre las empedradas baldosas grises que cubren el oriente con su túnica.

En la lejanía se recortan los pinos sobre la cumbre oscura de la montaña, donde la bruma blanquecina abraza su falda. Unos delgados dedos se dejan caer sobre la espada de luz que atraviesa el cielo, dorando las rocas ígneas y por un instante, se tiñen de sangre los ocres y la niebla, acentuando su fulgor para no sucumbir, vencidos por las sombras que avanzan oscureciendo el paisaje.

El astro se resiste a ser engullido por la mar y con un postrero desplante, inflama la superficie de las olas, que cabalgan hacia la costa rugiendo. La tarde se tambalea agarrada a la franja del horizonte iluminado aún en fuego y huérfano de luz, poco a poco va apagando las nubes en cada parpadeo.

Tímidas, aparecen las primeras estrellas coronando el manto malva que acecha silencioso, a espaldas de la luz vencida que muere lentamente, entre la mar y el cielo.

Por el lobo que camina.

**Imagen es luparia.

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