lunes, 16 de noviembre de 2009

La necesidad de la luz



Dime: ¿Dónde va la luz cuando se fuga, allí donde resplandece en sangre la tarde? Yo debo seguirla.

El día es de plomo y mirándose en la mar, se hace espejo. Melancolía cabalga en las olas y pasean cabizbajos los caminantes por el puerto. Un bajel, que avanza lento, tiñe las velas con el viento gris, como el cielo, Su breve cabeceo se hunde en olas de pena, arrepentido de haber salido a navegar.

Si desgarrando las nubes sus dedos, rompieran la bóveda de cemento con diamantes etéreos, el sol luciría en el centro de la mañana declinante, la mar, se engalanaría con dorados rizos de espuma blanca, y el horizonte pintado de azul intenso, se difuminaría hasta crear el cielo. Las ánimas se rasgarían ante su fulgor y hasta las blancas gaviotas con su vuelo, pintarían de luz las alas. Por el paseo, el arcoíris de sombrillas acompañaría a los galanes que sustentarían con sus manos del color la primavera y Los campos llenos, brillarían con flores abiertas regalando su dulzor.

Nada desaparece del cielo: Estrellas, luna, sol-sólo es que no los vemos-; sin embargo, se hunde una espada en los corazones sensibles que sufren y velan el regreso del astro, porque ninguna estrella es tan poderosa para retar al sol durante el día.

¿Entiendes ahora la necesidad de la luz? Yo debo seguirla

Por el lobo que camina.

**Imagen es Luparia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario