En la lejanía un lobo aúlla desgarrando las tinieblas y el viento trae hasta la costa su sonido. La mar lo envuelve con la cadencia irregular de su canto eterno depositándolo en la orilla, donde duerme la arena de una playa solitaria. Bienvenid@, navegante a mi mundo convulso. El lobo imprimió su huella en la arena para que te recrees, leas y sonrías.
martes, 25 de agosto de 2009
Atardecer
Hoy he visto atardecer: Un sol naranja se ocultaba detrás de las últimas montañas del horizonte y la arena dorada era el espejo que reflejaba las postreras luces condenadas a la muerte. En un cielo cada vez más púrpura, los amarillos desaparecían y al hacerlo se encendió la delgada luna, que oculta tras el manto solar, perseguía al astro hacia el ocaso. Sus afiladas puntas de luz miraban al oriente donde cabalgaban el raso las primeras estrellas de la noche. El viento traía en su regazo la leve cadencia del mar: una ola rugía tranquila anunciando su muerte en la orilla y tras un segundo de silencio póstumo, llegaba otra con renovados bríos al cementerio de la bajamar. Las pequeñas gaviotas flotaban mecidas en el azul que empezaba a teñirse de noche y a lo lejos la silueta de un faro bostezaba destellos de luz.
Por el lobo que camina.
Imagen Luparia
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario