martes, 13 de octubre de 2009

El fuego de las nubes



Un sol de fuego se ocultaba despacio detrás del cobalto de la mar, inflamando las nubes a su paso. En el oriente, con leves pasos avanzaba el sembrador de luceros tiñendo de malva el cielo anaranjado, una tenue brisa se despertó ondulando la mar que moría callada en la arena oscura de la playa, y con dedos invisibles fue apagando una a una las ascuas encarnadas de las nubes, que empezaban a cubrirse de ceniza. En el momento que la errante mayor, luminosa de la tarde, reinaba en el cielo vestido de noche, icé las velas para regresar a la seguridad del puerto con la certidumbre de saber que el atlante velaría mi sueño en la lejanía.

Por el lobo que camina.

**imagen es luparia.

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